miércoles, 29 de febrero de 2012

Las fechorías del valor y del miedo (E.M. Cioran)

Tener miedo es pensar continuamente en sí mismo y no poder imaginar un curso objetivo de las cosas. La sensación de lo terrible, la sensación de que todo ocurre contra uno, supone un mundo concebido sin peligros indiferentes. El miedoso -víctima de una subjetividad exagerada- se cree, en mayor medida que el resto de los humanos, el blanco de acontecimientos hostiles. En este error se aproxima al valiente, que en las antípodas no vislumbra por todas partes más que invulnerabilidad. Los dos han alcanzado el punto álgido de una conciencia infatuada de sí misma: contra el uno,todo conspira; para el otro, todo es favorable. (El valeroso no es sino un fanfarrón que abraza la amenaza, que huye hacia el peligro.) El uno se instala negativamente en el centro del mundo, el otro positivamente; pero su ilusión es la misma, pues su conocimiento tiene un punto de partida idéntico: el precio claro con respecto a las cosas, lo refieren todo a ellos, están demasiado agitados (y todo el mal en el mundo viene de un exceso de agitación, de las ficciones dinámicas de la bravura y la cobardía). Así, esos ejemplares antinómicos y parejos son los agentes de todos los disturbios, los perturbadores de la marcha del tiempo; colorean afectivamente el menor esbozo de suceso y proyectan sus designios enfebrecidos sobre un universo que -a menos de un abandono a tranquilos ascos- es degradante e intolerable. Valor y miedo, dos polos de una misma enfermedad consistente en conceder abusivamente un significado y una gravedad a la vida... Es la falta de amargura perezosa la que hace de los hombres bestias sectarias: los crímenes más matizados tanto como los más groseros son perpetrados por los que se toman las cosas en serio. Sólo el dilettante no tiene gusto por la sangre, sólo él no es criminal...

E.M. Cioran

miércoles, 22 de febrero de 2012

Miseria y estrés laboral en Londres

Salgo de trabajar y estoy hecho una mierda. Hoy estaba cansadísimo y no me apetecía nada ir. Desde hace unos diez días estoy trabajando malamente en una cafeteria de Londres, digo malamente porque los dueños son unos desgraciados que engañan y no pagan a los empleados. En mi caso, y gracias a un compañero que me puso al día, si me están pagando. Les dije que, o me pagaban en metálico cada día, o me iba. Y han aceptado, pero sigue siendo una mierda: No tengo un horario fijo, trabajo pocas horas, me pagan poco, sin contrato, los dueños son unos miserables,... El trabajo no está mal, es tranquilo y agradable, pero las condiciones son pésimas. La cafetería también hace caterings para gente de rica de Londres y hoy me ha tocado ir a uno de esos. Ha sido horroroso; montar el chiringuito, prisas, poner la sonririta a los ricachones, desmontar el chiringuito, cargar peso,...

Vamos, que me tengo que buscar otro trabajo. Joder, pero eso me da una pereza tremenda. Para mí, lo mejor es no trabajar, después trabajar y, lo último, buscar trabajo. Es como trabajar, o peor, pero sin cobrar. No me gusta buscar trabajo, me parece humillante, siento que me degrado al hacerlo.

¡Solo quiero un trabajo estable y medianamente decente que me de mi dinerito para dedicarme en mi tiempo libre a lo mío! No quiero está tortura, esta inestabilidad. No quiero esta miseria. LLevo aquí dos meses y medio y he tenido dos trabajos, y los dos han resultado una mierda. El segundo, el de la cafeteria, por las razones que he dicho, y el primero de fregaplatos en un restaurante, por la dureza. Duré veinte días en este trabajo. Fregando ocho horas seguidas a un ritmo vertiginoso, llenandome de porquería y con un ambiente en la cocina de lo más estresante. Sencillamente no podía, tampoco quería. Un trabajo que no le recomendaría a nadie. Me dejaba el lomo todos los días y aún así me echaron por lento.

Y nada, estoy aquí desperdiciando mi vida con el estrés laboral. Ya me vine jodido aquí por no aguantar ni a mi familia ni a la gente del barrio y ahora esto. Solo quiero un trabajito sencillo y poder dedicarme a lo mío, poder descansar de una maldita vez, que cuando no es una cosa es otra. Poder pillarme una habitación para mí, que ahora comparto hasta la habitación en un hostal (lo del hostal es otra, pero eso es otro capítulo). Por supuesto que de alquilarme un piso para mi solo ni hablamos, vamos, ¿cómo me atrevo siquiera a pensarlo?

Solo quiero descansar y dedicarme a lo mío. Tengo mucha cosas sobre las que me gustaría escribir pero así no se puede, este trajín y esta miseria te mata la serenidad, la creatividad,... , te lo mata todo.

viernes, 10 de febrero de 2012

Víctima de una moral externa

Para mí la vida solo tiene sentido cuando voy a o mío, cuando hago las cosas por decisión propia,cuando hago aquello que tiene sentido para mí. Sin embargo, algo sucede que no me permite vivir de esa manera, soy víctima de una moral externa que he interiorizado y que me cuesta identificar. No hago lo que quiero y no sé por qué. Y en general no me doy cuenta de ello, solo a veces despierto y pienso "¡¿pero esto qué es?, ¿qué hago yo haciendo esto de aquí y esto de allá?!" Al darme cuenta de ello me siento mejor, me libero, pero sigo sin entender por qué me sucede.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Dos meses agobiado en Londres

Creo que mi principal problema ahora mismo es la presión social que siento, me siento totalmente acosado por ideas que no son mías. Me paro a pensarlo y apenas tengo respiros de libertad, donde me dirijo con mis propios pensamientos, con aquellos que respetan mis necesidades y que tienen sentido para mí. Ese vivir con motor propio, lo que yo suelo llamar "ir a lo tuyo", lo tengo bajo mínimos. Me siento totalmente enajenado. Es una mierda.

Entre esas presiones la principal es el tema laboral, me siento muy presionado a buscar trabajo, sin embargo,y aunque mis ahorros vas descendiendo, no es esa presión natural del tener que ganarse la vida. No, es algo diferente. Para ser sincero, no sé lo que es. Y encima el agobio me paraliza, me paso los días en un estado de estrés improductivo.

En realidad, no sé si me agobia el tema del trabajo en si mismo o es un recipiente donde proyecto otras inseguridades y angustias. Me extraña que se me haga tan dificil. Quizás me sienta culpable por no querer saber nada de mi familia, tal vez sencillamente arrastre la vergüenza que ellos me metieron. Llevo exiliado dos meses en Londres por la cuestión de alejarme de ellos. Quizás vuelco esos asuntos familiares en el tema laboral. No sé, tal vez el asunto del trabajo sí me angustie en sí mismo, no me gusta como se plantean las cosas, no me atrae nada de lo que veo y solo pensar en buscar trabajo me violenta. Evidentemente me tendré que ganar la vida pero me cuesta, y eso es lo que quiero expresar

Y me agobia el posmodernismo, ese obligatorio "vamos a salir que es Viernes", ese "tener que socializarse". Si eres español y estás en Londres parece que tienes que estar pasándotelo en grande de fiesta en fiesta, ir a los museos y las cafeterías fashion y hacer fotos para subiras al Facebook. Vamos, todo este juego de apariencias, buenrrollismo y demás. Yo no puedo con todo eso, tengo el alma rota, no estoy para fiestas ni para Facebook. Y, como vivo en un hostal, estoy rodeado de este "posmodernimo viajero" de chicos de veinte años. Voy bastante a lo mío pero ya se me genera esa sensación de bicho raro insociable. Lo cierto es que no siento que mi historia encaje bien por aquí.

Llevo dos meses aquí y no me termino de ubicar ni de centrar

lunes, 6 de febrero de 2012

¡No quiero trabajar! ¡Así no!

Siento una tremenda angustia, la presión por trabajar o por ese "hacer algo" me va a matar. Solo me siento bien cuando grito "¡cojones, no quiero trabajar! ¡Así no!" Mi actividad interior y genuina está aplastada, el monstruo del conformismo me acecha amenazador, quiere que me someta, que me convierta en un ser alienado, desprovisto de personalidad. Me grita "¡ponte a hacer algo ya de una puta vez!" Mis intentos desesperados por mantener mi subjetividad y no dejarme arrastrar no le llegan ni a la suela de los talones.

Entrar en el mercado laboral me parece un acto violento en si mismo. Tengo que corromperme para entrar ahí. Si digo que llevo más de un año y medio sin trabajar, tomándome un tiempo para mí (algo que necesitaba), no me contrata ni mi padre, menos aquí en Reino Unido, donde llevo dos meses exiliado. Aquí son unos enfermos del dar referencias y del justificar que se ha hecho. Y no solo para un puesto de ingeniero, qué por supuesto también, sino para cualquier trabajillo. ¡Cómo si tomarse un tiempo para uno fuese estar delquiendo por ahí! Es la enfermedad de la desconfianza.

No digamos si soy un poco más sincero y digo que realmente no me apetece trabajar. A casi nadie le apetece trabajar pero al ir a una maldita entrevista de trabajo hay que poner la sonrisita y decir que estamos altamente motivados. ¡Coño, qué te voy a hacer el trabajo bien pero no me hagas ser falso, si todos sabemos que trabajar es un coñazo! Además, te piden entusiasmo sabiendo que no lo tienes (ellos tampoco) De hecho, no te piden que estés entusiasmado, te piden que digas que lo estés, vamos, te piden conformismo. Es un sin sentido, pues justo esa "motivación" forzada mata una posible motivación auténtica.

Lo más gracioso de todo es que siempre he sido una persona que le gusta colaborar en la sociedad y ser productivo, pero a uno se le quitan las ganas. No se hacen las cosas son cariño ni racionalidad, son todo obsesiones y prisas, cuando no ponerle la sonrisita al cliente de turno. ¡Ponedle un poco de amor al asunto, coño! Pero del bueno, no de ese fingido. En serio, siento que para poder trabajar tengo mentir, que vender mi alma.

Viendo que apenas nadie se plantea estas cosas y todos se levantan y se van a trabajar como lo más normal del mundo me pregunto si esto no será una cosa mía y el mercado laboral es bastante racional. No sé si ese monstruo que me acosa está realmente ahí fuera o más bien en mi imaginación, pero, sea lo que sea, el pesado no para de acosarme.

Cada día entiendo menos.