martes, 23 de octubre de 2012

Vergüenza por querer curarse

Desde que era muy pequeño hasta día de hoy, a mis treinta y un años, he tenido una herida emocional profunda. Recuerdo vivamente mis peleas a los seis años en el patio del colegio. Estaba lleno de rabia, lleno de dolor. Me peleaba a menudo. Al menos desde esa época siento ese dolor, aunque podría ser anterior. Me resulta difícil acordarme. No sabría explicar el motivo de esa herida pero sí sé que lo que más me dolía, y aún me duele, es que se rieran de mí o que sintiesen lástima. La mínima burla me hacía un daño desproporcionado. 

Y siento que ese dolor es el mismo que tengo ahora, creo que sencillamente es un problema que nunca resolví. Creo que la mayoría de las personas se olvidan de las heridas que arrastran, pues nadie habla de ellas. Sacar nuestro dolor se hace muy difícil si nadie más lo hace. Hace un rato he pensado algo que es lo que me ha motivado escribir esta entrada: siento vergüenza por querer curarme. Para mí nada puede tener más sentido que trabajar sobre esa herida, expresar mi dolor e intentar comprenderlo, pues, mientras no lo haga, todo lo que haga se verá afectado por ese dolor y estará, de una u otra forma, corrompido. Sin embargo, no siento que el ambiente, empezando por mi familia, sea empático al respecto, al contrario, lo que veo es una tendencia general a la evasión, a llevar una vida "normal" y a no pensar demasiado en ciertas cosas. Y eso me provoca la vergüenza de querer curarme, me siento como un alien por querer hacer lo que necesito. 

Te dicen que estudies para "ser alguien", que trabajes duro, que el esfuerzo dignifica, que te vayas de vacaciones, que salgas y te diviertas, que viajes, que te cases, etc. Pero a mí, eso no solo no me dice nada sino que me agobia, pues además se plantea como un mandato, no como una opción. Si no te vas de vacaciones en verano y te quedas tranquilamente en casa, uf, ya vamos mal, ya te va a preguntar algún impaciente con los ojos como platos ¡¿pero cómo es que no te vas de vacaciones?! Dan por hecho que irse a la playa a colgar la sombrilla es lo único razonable que uno puede hacer con su tiempo libre. Para mí, irme de vacaciones es seguir trabajando, es cambiar de un mandato a otro. Parece que toda esta traca de actividades está planteada para que nadie atienda sus necesidades reales y gestione sus propios asuntos. 

Me genera culpa decir que no quiero llegar a "ser alguien", que ya no quiero emborracharme porque sí los fines de semana o que no quiero irme de vacaciones por ahí. Me avergüenza mi necesidad de comprender y expresar el dolor que arrastro.