miércoles, 24 de julio de 2013

El cómo salir de la neurosis y el pensamiento positivo

¿Cómo salir de la neurosis? Esa quizás sea una de las cuestiones que más me interesan. He visto a mucha gente perderse temporal o definitivamente (quizás más esta última), incluido yo mismo, y me intriga sobremanera la dinámica en que ello se produce. Muchas veces me ha parecido entender que sencillamente nos perdemos por tener algunas ideas equivocadas. Por ejemplo, la idea de que sufrir es algo indigno, una idea que creo muy extendida. Desde hace unos años viene estando muy presente esto del pensamiento positivo, una filsofía cutre hasta el extremo que nos dice cosas como "si estás pasándolo mal actúa como si estuvieses bien" o "lo que te pasa es que no piensas en positivo"¡Sufrir está mal visto! Pienso en ello y me parece una forma de evasión de los propios sentimientos, un querer desplazarlos, inutilmente, al pensamiento. También una forma de conformismo y control; nada mejor que frustrar los sentimientos de alguien para tenerlo controlado. Si alguien se queja, se le dice que no piensa positivamente y, ale, ya está.

 Hasta donde yo he observado, pero tampoco me he puesto a investigar, me parece que esta filosofía nace en el mundo empresarial corporativo en la década de los ochenta. Desde esos años los conglomerados empresariales han ido creciendo exponencialmente y se han creado enormes corporaciones que han desarrolado su propia filosofía. Uno ya no va solo a trabajar y después se va casa, ahora tiene que tragar con toda una serie de ideas, ¡y qué ideas! Ya no solo te dicen que tienes qué hacer sino también qué pensar. Entre esas ideas está la del que el trabajo tiene que gustarte; ya quedó atrás la concepción de ser algo desagrable que uno tiene que hacer para ganarse la vida. En realidad pienso que basta con que se diga que te guste, aunque se sepa que no es así. Casi me atrevería a decir que en muchos casos lo que se demanda es precisamnete el conformismo de "no me gusta pero digo que sí", pues, de esa manera, ya no se corre el riesgo de que la persona, que realmente se cree ilusionada, se desengañe.

 Eso nos lleva a suprimir nuestro sufrimiento, en vez de sentirlo hasta agotarlo, creando un bloqueo emocional que sentimos como frustración y que nos impide vivir sanamente. ¿No deberíamos sentir nuestros sentimientos hasta el final, hasta vaciarnos del todo? ¿No es así como morimos y renacemos? ¿No es así cuando nos levantamos frescos al día siguiente?

miércoles, 12 de junio de 2013

Neurosis y el problema de forzar la expresión

¿Por qué hacer algo? Ninguna de nuestras acciones parten de una motivación genuina; son todas escapatorias o automatismos.

Estoy tenso. Siento como si finos cables de acero me recorriesen el cuerpo. Siempre pienso que es una energía emocional que no está siendo movilizada, un pensamiento que, aunque me parece muy cierto, no me ayuda, pues me fuerza a una expresión que no es natural. Necesitamos expresarnos pero no podemos hacerlo por decisión propia, eso sería ser muy poco gentil con nosotros mismos. La expresión solo puede estallar, solo puede suceder por sí misma.  ¡¿Qué hacer entonces cuando uno siente una tensión que parece no tener límites?! ¿ Y cómo condenar nuestras evasiones ante el vértigo de esa tensión? Sentir esa tensión hasta el final, hasta agotarla... No se me ocurre otra solución, sin embargo, no estoy seguro de si recomendaría eso a alguien; un juicio mortífero podría cruzarse en el camino. Cualquier recomendación en el terreno psicológico es peligrosa; uno ha de ir a su ritmo, no pasar ciertos límites para los que no está preparado. No es aconsejable querer salir de la propia evasión si no nos empuja a ello una necesidad genuina; la neurosis es una muralla que nos proteje de aquello para lo que no estamos preparados. Querer salir de la neurosis es un suicidio y no puede ser un deseo genuino, solo algo que decidimos por una presión externa. 

El drama de mi vida fue que, a los dieciséis años, un acontecimiento externo me tiró abajo mi muralla. No estaba preparado para lo que se me echó encima y sufrí las consecuencias. No fue algo que elegí, nadie puede eligir un suicidió así. De hecho, centré todos mis esfuerzos en levantar la muralla de nuevo. Pero no pude. 

lunes, 10 de junio de 2013

La necesidad de cinismo

Tengo que aprender a ser más cínico. Me siento culpable por todo el sin sentido que veo en el mundo y eso no es justo ni productivo. ¡Cómo si fuese culpa mía que la gente no entendiese nada! Realmente me siento culpable... culpable por mis sentimientos de desagrado ante lo que veo. No puedo observar como una persona hace estupideces sin sentirme culpable por los sentimientos que eso me provoca. Y eso es una rueda pues, al no sentir tu desagrado tranquilamente, se genera un resentimiento, se genera la frustración de no permitirte sentir como realmente te sientes al ver las cosas. 

Me siento culpable por no ser de una forma que, por otro lado, no es sana para mí. Me siento culpable por querer lo que me hace bien en vez de querer evasión, que es lo que exteriormente se demanda. 

Y soy muy ingenuo; todavía sigo creyendo que lo que veo en el día a día tiene sentido y que no es solo un chiste de mal gusto. Sigo creyendo que mi desagrado y mi incomprensión son algo malo en mí y que lo externo no es un problema. Pienso "bueno, el mundo esta como está y lo único que puedes hacer es lidiar con ello de la mejor forma posible". Obviamente lo único que uno puede hacer es reconocer las cosas como son y lidiar con ellas lo mejor posible pero ¡pongo el problema en mí mismo! No me permito sentir mi desagrado tranquilamente y eso es lo único que me puede ubicar psicológicamente. 

Y no es que intelectualmente no vea que las cosas están mal; es una cuestión más emocional. Me cuesta aceptar lo que es evidente. Y aquí creo que entra en juego la vergüenza ajena o, dicho de otra manera, la culpa por destapar a los demás. Lo que me frena es el reparo a despertar a la gente de su letargo, soy incapaz de gritar ¡¿qué mierdas hacéis con vuestras vidas?! Me da vergüenza decir eso y me callo. Quizás sea miedo a una respuesta violenta... Me pregunto si desde pequeños no se nos enseña a temer la libre expresión. Me pregunto si desde pequeño, por miedo a perder el necesario cuidado de  nuestros padres, no empezamos a temer el destapar esas insuficiencias suyas que, por otro lado, nos resultan tan evidentes.

La sensación general es de que hay algo muy elemental que está mal y no se nos está permitido decir nada al respecto. No se nos permite quejarnos, pues ese silencio ante una evidente miseria, es lo que mantiene la maquina rodando. Dada esa prohibición, ¿no es el cinismo la solución a esta culpa?, ¿no es una forma de aceptar tus sentimientos sin darse cabezazos contra la pared esperando la comprensión de los demás?

jueves, 23 de mayo de 2013

La imposibilidad de morir

¡Olvidarse de todo! No hacer nada, descansar. ¿Qué sentido tiene hacer algo cuando ninguna de tus acciones nace de una motivación adecuada?

¿De dónde viene el ansia de reconocimiento? Me siento vacío.

Todo nace de las prisas, del creer que hay una insuficiencia en ti; todo nace del miedo al no ser. ¿Cómo se puede vivir así dignamente?

¿Por qué dar explicaciones? ¿Por qué justificarse? Solo tengo una necesidad: morir y renacer. Pero el mundo me atrapa en sus rutinas, me atrapa una moral externa que me impide mi espacio. Siento vergüenza por querer ese espacio.  Nada tiene sentido si no surge de ese espacio interior; parte de  una mala motivación y lo contamina todo. ¿Qué se puede esperar de algo que nace del miedo y las prisas?

¿Cuál es la causa de mi sufrimiento? ¿Es verme bombardeado día y noche por una presión a adaptarme ajena a mis necesidades? ¿La incapacidad de vivir a mi manera y expresarme sin tapujos? ¿Es sencillamente mi incapacidad de sentir mis sentimientos reprimidos? Siento una brecha enorme entre mis sentimientos, entre mi realidad personal, y mi forma de vivir. No puedo ser yo mismo en la relación con los demás; me siento presionado, pienso que sería una indecencia mostrarme tal como soy. Me siento culpable por vivir de la manera que necesito vivir; ese es el drama. ¡¿De dónde viene esa culpa?! 

No me siento a gusto con la gente... y es por ese "tener que hacer algo", por ese tener que ser de tal manera. Siento una enorme presión a justificarme por mi modo de vivir. Las relaciones se transforman muchas veces en simple e incómodo dar explicaciones. Un puto protocolo. De ninguna manera me relaciono de una manera que considere productiva. Tengo una aversión tremenda a eso; nada me puede sentar peor que dar explicaciones, ¡ excusarme por algo que necesito, que es bueno para mí!

Me siento culpable por no tener amigos, eso me genera una tendencia relacionarme a la desesperada, algo incompatible con el desarrollo de relaciones sanas . Me siento culpable  por no estar "creciendo" en el mundo laboral, por no identificarme con el trabajo. Culpable por no querer hablar con mi familia.

Es la presión social contra tu espacio interior. Siento una presión enorme a ser alguien que no soy, una enorme presión a sentirme avergonzado por el mero hecho de ser. Haz esto, haz lo otro,...todo el puto día así ¡Qué me da igual eso, qué no me interesa! Es más, me parece corrupto e innecesario. 

miércoles, 22 de mayo de 2013

Open Paradigm Project (Testimonios de supervivientes del sistema psiquiátrico)

Ayer descubrí  Open Paradigm Project, una asociación que se dedica a divulgar testimonios de gente que, pasando por una tormenta personal, ha sufrido los daños del sistema psiquiátrico actual. Básicamente el mensaje es que la psiquiatría, tal como se plantea actualmente, no ayuda a las personas a realmente resolver sus problemas emocionales. El sistema psiquiátrico actual etiqueta a las personas con enfermedades no demostradas científicamente (básicamente a través  del DSM-IV, la biblia de la psiquiatría) y esas mismas etiquetas, especialmente si aseguran ser una enfermedad crónica, confunden a la persona y la alejan de la posibilidad de enfrentar sus problemas realmente. Por otro lado medican a la persona, algo que no resuelve la raíz de los problemas emocionales y puede tener efectos secundarios nocivos.

No podría estar más de acuerdo con eso pero es algo que no es nuevo para mí, es algo que ya vengo pensando desde hace tiempo y que en su día sufrí, aunque de una forma indirecta.  Lo que realmente me impacta son los testimonios de la gente. Lo que esa gente cuenta y, quizás más importante, como lo cuenta, tiene mucho sentido para mí. Al ver esos testimonios me veo a mí mismo. Veo a esa gente y pienso "¡joder, esta gente está diciendo la verdad!" Se me hace claro como esas personas están contando su historia de una forma muy honesta y que describen correctamente como el sistema psiquiátrico y, diría también, la sociedad en general no enfocan bien la cuestión del sufrimiento emocional. Al ver esos vídeos tengo la sensación de que esas personas están realmente conectadas consigo mismas, que tienen claro que es lo que hacen, que tienen claro que es lo importante. Eso también me hace sentirme solo, sentir que no estoy enfocado a mí mismo como debería, a las cosas que son importantes para mí, ni me estoy relacionando con gente con la que realmente pueda compartir mi realidad. Lo cierto es que siempre tengo al sensación de estar desconectado conmigo mismo, veo que en mi día a día no tengo como base, como propósito personal, esas heridas que necesito curar. Y, para mí, como ya he comentado otras veces, un gran problema aquí es como la sociedad en general, la psiquiatría incluida, no ayuda a las personas a conectar consigo mismas sino al contrario.

También me impacta el mero hecho de que la gente decida hacer un proyecto así, eso es algo que normalmente la gente se queda para uno mismo.








martes, 21 de mayo de 2013

Denunciar la estupidez

Me levanto y no sé que hacer. ¿Ir a patinar?, ¿a pasear al parque? Estoy embotado, la cosa no fluye. Pierdo la perspectiva de mí mismo. Me siento sobrecargado de preocupaciones que me son ajenas, preocupado por cosas que realmente no me importan. La sensación de no estar viviendo tu vida, de estar sencillamente siendo arrastrado por ideas externas. Angustiado por cosas de las que no eres ni consciente. Me empano, me desubico emocionalmente.

Sé cuál es la diferencia entre vivir una vida genuina y una vida ajena pero sencillamente la cosa no sale. 

¡Es la dificultad de vivir a tu manera sin avergonzarte! Esa es mi cruz. No podría decir que la vida no tiene sentido; la carencia viene por la falta de expresión sin culpa. Creo que tengo las ideas bastante claras, el problema es que me siento tan extraño ante el mundo que me retraigo. Es más una cuestión de miedo a la reacción de los otros y al no ofender con mis "blasfemias" que un dudar de mis ideas.

Necesito morir y renacer. Cuando uno se sobrecarga de sin sentidos hay que salir de ahí completamente. Verse en una dinámica que en ningún modo te beneficia. Verse arrojado una selva densa, angustiado y alerta por las amenazas que constantemente aparecen entre maleza. Amenazas contra tu espacio interior, contra todo lo que tiene sentido para ti. Necesito salir de ese bosque, subir a una colina despejada y, desde allí, ya seguro, coger perspectiva. ¡Y ver la jungla en la que estaba metido!

¡Olvidarse de todo! Si es que no tiene sentido, así no. Pero día tras día se nos mete mierda en la cabeza, ideas que sencillamente no ayudan, que nacen de la carencia y de la falta de de comprensión. Es todo muy absurdo y corrupto, ¡y muy innecesario! La presión por "hacer algo", por "ser alguien"; eso va a acabar conmigo. 

¡Estar tranquilos! No como una defensa de la vida pasiva sino como un espacio desde el cual empezar a crear algo con sentido.

Odio el mundo. La gente ansiosa, esperando que hagas algo que justifique su evasión. ¡¿Cómo lidias con eso? ¿cómo lidias con la estupidez de la gente?! Eso me produce una angustia sin límites. Me genera una culpa enorme pensar así pero, al mismo tiempo, es lo único que hace las cosas encajar. Me digo a mí mismo "no odias a la persona en sí, lo que no soportas es la estupidez"; tal vez sea cierto pero me siento anestesiado en la denuncia de la estupidez. No la denunciamos para no ofender y nos hacemos cómplices.

Presión infinita por hacer aquello que me desconecta de mí mismo. Culpa por no entrar en el juego o, si entras, vergüenza de ti mismo por degradarte. Si estás en sociedad tienes que elegir ¿culpa o vergüenza? 

¿La solución a esto? Esta clara: Ir a lo tuyo sin sentir ninguna culpa por tus sentimientos de desagrado hacia el estado de las cosas ¡¿Pero quién osa a hacer eso?, ¿quién osa a vivir de una manera que destapa las miserias de los demás?!

lunes, 11 de marzo de 2013

Agonizando en Londres

Me parece que llevo un tiempo sin ser objetivo conmigo mismo. Antes de venir a vivir a Londres, hace  algo más de un año, tuve una época en la que creo conseguí cierto grado de objetividad. Fue una época de un año y medio en la que, después de haber roto con mis amistades y haber dejado el trabajo que tenía, me dediqué a mí mismo en jornada completa. Fue una época muy diferente a cualquiera otra que hubiese vivido antes. No solo era dejar a mis amigos y  mi trabajo, significaba mucho más, fue un decir "no aguanto más", un intentar poner fin al sin sentido que había venido viviendo. Durante más de diez años lo había estado pasando realmente mal y nadie a mi alrededor me ofrecía ningún apoyo; mi familia y mis amigos eran solo una etiqueta. Necesitaba romper con todo, algo que me aterraba. Por eso tarde años en tomar la decisión. 

Tras haber cortado estuve un año y medio viviendo en casa de mis padres sin vida social y sin trabajar. Ahora que estoy en Londres echo de menos ese espacio para mí, creo que en esa época llegué a estar conectado conmigo mismo de una forma que solo había alcanzado algunas veces en mi niñez y en los primeros años de mi adolescencia. Lo que me permitió romper con todo, pese al terror que me producía, fue la convicción de que había algo más que esa vida alienada que había estado llevando. Y estaba en lo cierto. Pese a toda la presión social por el no tener vida social y no querer saber nada de nadie, no tener trabajo y estar en casa de tus padres con veintinueve años, las cosas parecían tener sentido. Al negar todo lo que me ofrecían, al rechazar todas esas presiones, las cosas  encajaban. Sí, lo pasaba mal por todas esas presiones sociales pero ya no sentía la vergüenza de la alienación. Había cambiado la vergüenza por la culpa de vivir de una forma "blasfema" y eso era algo mucho más digno. Fue una época de poesía y de encuentro conmigo mismo; no necesitaba nada de fuera, estaba repleto de mí mismo. No necesitaba a la gente ni un  trabajo con el que identificarme, al contrario, lo rechazaba. Eso me llenaba de culpa, estaba osando a rechazar los patrones sociales. Uno, cuando esta solo y sin trabajo, tiene que sentirse mal. Culpa y al mismo tiempo orgullo, pero todo eso se ha ido yendo al carajo en Londres.

En ningún momento quise venir a Londres, la razón por la que vine fue porque se acercaban las navidades y me di cuenta que no iba a poder soportar una vez más la hipocresía navideña. Si no hubiese sido por estar en casa de mis padres ese retiro personal no lo hubiese interrumpido. Tenía que salir de mi casa pero al mismo tiempo me aterraba; iba a salir a la jungla de nuevo. Tal vez ese miedo fuese por intuir que no estaba preparado para salir al mundo de una forma digna para mí. Me estaba reconstruyendo, no estaba preparado para salir ahí fuera. Para mí solo tiene sentido hacer las cosas que, sin presión, voy decidiendo yo mismo por entender que es algo que necesito o que quiero hacer. Me fui a la fuerza, como un perro, y todo esto  sin decir la verdad a mi familia por miedo a que, si me sinceraba, me hiciesen chantaje emocional diciendo que la familia estaba bien y que era injusto con ellos. 

Y estos quince meses que llevo en Londres no han sido nada más que una lucha continua para no perderme, para no caer en las mentiras que me desconectan de mi mísmo. No he podido crear nada porque no he tenido mi espacio desde el cual plantear las cosas tranquilamente. Me he visto obligado a      buscar trabajo de lo que sea apresuradamente y sin ninguna motivación. Trabajo en hostelería y me siento totalmente alienado; la gente que me rodea me es absolutamente ajena. Una lucha innecesaria que habría podido evitarme si hubiese tenido una familia que, en vez de mirarme con pena o desprecio por, según ellos, estar desperdiciando mi vida al no buscar un trabajo y hacer lo que todo el mundo, me hubiese respetado ese espacio. Aunque, la verdad, si hubiesen sido capaces de hacer eso, tal vez no estaría sufriendo todo lo que estoy sufriendo y ni siquiera hubiese necesitado ese espacio.

Aquí me corrompo con las prisas y las presiones, con la necesidad de sobrevivir. No tengo el espacio para estar conmigo mismo, para ser objetivo y ver las cosas tal cual son. Me empiezo a avergonzar de mí mismo de nuevo. Empiezo a ansiar lo que antes con orgullo rechazaba, me degrado, pierdo la sensibilidad. No puedo escribir nada que tenga sentido, solo banalidades que afortunadamente no publico. No tengo ideas nuevas.  Estoy embrutecido, desconectado de mí mismo. 

Estoy pensando en hacerme autobusero aquí, es un trabajo que pienso te permite ir a lo tuyo sin nadie que te moleste. Te permite hacer tu trabajo y punto, sin tonterías. A ver si así encuentro mi espacio y me recompongo. Veremos.