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sábado, 22 de octubre de 2011

El sin techo, el inconsciente del ciudadano

La cuestión de los sin techo siempre me ha impactado mucho, desde pequeño he tenido la sensación de que el haber gente sucia que dormía en la calle no era algo muy bueno. Sin saber bien por qué, en los últimos años la cuestión me venía más y más a la cabeza, pensaba "¿cómo es posible que esta gente esté ahí tirada y que nadie haga nada?". De hecho, me parecía tan impactante que lo más fácil era no pensar en ello. Pero, al mismo tiempo, no me salía pararme a hablar con ellos, tenía una mezcla de vergüenza y miedo. No veía que nadie se parara a hablar con ellos, a  preguntarles que tal, y yo, como nunca he sido demasiado de tomar la iniciativa, pues tampoco hacía nada.

Que me de miedo puedo entenderlo, es algo desconocido, algo que nunca me habían enseñado a tratar (en todo caso me habían enseñado a temer), pero ¿ vergüenza?, eso ya es un poco más difícil de digerir. En mi opinión, y al menos en mi caso, pienso que es porque su sufrimiento, evidente, refleja el nuestro, oculto. El hecho que esa persona esté así me parece una consecuencia de nuestro modo de vida actual. Nuestra sociedad actual es como un tren del que, si te bajas, te va a resultar dificultad volver a subir. Y, como la cosa va así, uno no se va a parar a ayudar a alguien descarriado, no vaya a ser que nos tire del tren también a nosotros. De hecho, tal y como anda el panorama, en esta sociedad de apariencias, el mero hecho de que nos vean con un descarriado ya es "mal síntoma". 

Al final, y coincidiendo que un amigo conocía a gente que lo hacía,  me metí en una ONG que se dedicaba a hacer rutas callejeras para hablar con los sin techo y darles café o algo caliente. "Lo importante es darles conversación", como decían allí. La experiencia, que para mí duro unos siete meses, me enseñó bastantes cosas, me quitó bastantes prejuicios, pero, en lo básico, me reforzó las ideas que ya sospechaba. 

Para mí, y dejando al margen las cuestiónes que llevan a a uno a quedarse en la calle (generalmente ruptura de las relaciones familiares y perdida de empleo), es evidente que la cuestión de la gente sin hogar está formada por dos problemáticas. Una, la material, el no tener dinero ni una casa que te proporcione calor, comodidad, seguridad e intimidad. Esto es en lo que primero se piensa respecto a este asunto, es lo que le vendría a la cabeza a un niño, "ala no tiene casa, ni ducha". La otra, no tan evidente  y que, en mi opinión, muchas veces es más importante que la primera, es la vergüenza, el no sentirse dignos en esa situación. Lo malo se ser un sin techo no son solo las carencias materiales, también existe un importante factor psicológico, el sentirse avergonzado. Eso es al menos lo que yo he visto y lo que, echando un vistazo a esta sociedad, parece también bastante lógico. Y es que, claro, uno se da cuenta del trato del ciudadano medio hacia las personas sin hogar, con sus miradas de condescendencia, una condescendencia que refleja una gran incomprensión sobre el problema, y parece difícil sentirse de otra forma. Caer en la calle y no sentir vergüenza pienso que es algo enormemente difícil, ahora, si alguien es capaz de lograrlo, chapó, para mí ha vencido la hipocresía actual, está por encima de esas improductivas miradas de lástima.

 Y, este segundo problema, está causado por nuestra forma de vida actual, por nuestra hipocresía y falsedad, por ser partícipes de un estilo de vida (muchas veces sin darnos cuenta, por dar por hecho que "esto es sencillamente lo que hay") que fomenta esa exclusión. El hecho de que se le llame un problema de exclusión social me parece muy revelador, pues, para mí, el "malo de la película" es el que excluye, no el excluido. Digo esto porque siempre se plantea el problema enfocándolo hacía la persona que está en la calle, y la solución pasa porque salga de la exclusión. ¡No se condena la exclusión misma! Esto, el sentido material que he señalado, está bien, pero en la cuestión psicológica me parece una contradicción, y una contradicción dolorosa.

 Creamos una sociedad que genera exclusión pero, cuando la gente es excluida, queremos sacarla de ahí para que entre a la parte de los que excluyen, sin cuestionar la dinámica que genera el problema. De hecho, en muchas ocasiones, somos los mismos que excluimos, los que, sin querer cambiar aquello que genera el problema, queremos rescatar al excluido, para calmar nuestra conciencia. Es algo extraño, con una mano causamos el daño y con la otra, y sin darnos cuenta de que el destrozo es nuestro, pretendemos arreglarlo. ¿No habrá que ir a las causas primeras de las cosas? 

Esta incapacidad de ver que es uno mismo el que excluye fue una de las cosas que más me llamó la atención en la ONG, y una de las razones por las que lo dejé (otra era el sentirme emocionalmente más cercano a la tristeza del sin techo que al buenrrollismo del voluntario, lo que me generaba una desagradable contradicción). El trato era "vamos a ayudarles, pobrecillos" pero creando una distinción clara, un "si, te ayudo, pero no te confundas, yo soy el solidario y tú el mendigo". Una cosa cosa curiosa era que, una vez terminada la ruta, los voluntarios solían irse a tomar unas cervezas y reírse, lo cual me producía bastante contradicción, parecía que lo hubiesen hecho obligados y que , ahora, ya sin la carga, pudiesen relajarse. No sé, si lo que nos une es ayudar a los excluidos, ¿por qué no invitarles a tomar algo?. Y muchos iban ahí porque no tenían nada mejor que hacer o para buscar amigos. En fin, algo que me descolocaba bastante.

sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Soy yo o hay una angustia creciente en occidente?

Hace un tiempo que me vengo preguntando si existe una creciente angustia en occidente, que yo la vengo sintiendo es seguro pero ¿soy solo yo o esto es un asunto de todos? Siempre he considerado mis angustias una cuestión mía, sin embargo, últimamente con todo el asunto de la crisis, las movilizaciones sociales (en el caso español con el movimiento 15M) y ciertas realidades que me parecen esperpénticas, como las subculturas que se crean en el mundo corporativo de consultoras y financieras, me estoy cuestionando si no es esto un panorama general. Lo cierto es que, en general, los movimientos sociales me suelen dar rechazo, pues pienso "¿Por qué la gente no afrontará sus problemas reales es vez de evadirse saliendo a la calle y fundiéndose en la masa?". Lo que suelo ver en movilizaciones es, en general, un echar balones fuera, No es que piense que uno no deba quejarse pero lo que generalmente veo es gente que no enfoca las cosas correctamente, que actúa de forma pasional, no racional. No es por el hecho de que se quejen, ni siquiera del objeto de la queja, es la actitud lo que me genera rechazo. 

Mis angustias y mis consiguientes críticas se refieren principalmente a lo que yo llamo este "mundo de las formas", este mundo de las apariencias donde ya nada es sincero y donde eso ya ni siquiera importa, donde quizás la gente ya no sea si quiera consciente  de ello. Este mundo que se ha reducido a un conjunto de etiquetas sociales siendo más digno aquel que más etiquetas tenga ¿Cuanto compras? ¿Con quien sales? ¿En que trabajas?... El filósofo Slavoj Zizek me parece da en el clavo en este asunto, dice que ya no es que nos pongamos una máscara detrás de la cual está nuestro verdadero yo, no, hoy la única realidad es la propia máscara y, si nos la quitamos, no hay nada debajo, quizás solo algo extraño y ambiguo que no sabríamos identificar. Vivimos en un mundo de imágenes, hoy en día la imagen es la realidad.  Para mi eso es fuente de angustia y me pregunto si esto es solo una cosa mía o vamos todos en este barco. Y me pregunto si lo que motiva realmente a movimientos sociales como el 15M son esas mismas angustias, aunque se manifiesten en cuestiones más prácticas, que no por ello dejan de ser importantes, como el hecho de si nuestra democracia es o no una democracia real, el cambio climático o el hecho de que los causantes de la crisis no sean quienes las estén pagando. 

¿Estamos cada vez más angustiados con esta "sociedad de etiquetas"? Y, si es eso cierto, ¿Es esa la corriente que mueve los movimentos como el 15M o las revueltas de Inglaterra de este verano?


viernes, 5 de agosto de 2011

Dar una flor a un antidisturbios si es violencia

En todo esto del movimiento 15M se esta viendo a menudo como muchos manifestantes, bajo el lema del pacifismo, se dedican a poner flores a los antidisturbios. Eso para mí, no solo es violencia sino violencia cobarde, pues se disfraza de pacifismo. En inglés existe la expresión "passive agressive", que significa un  ataque indirecto, nunca de palabras directas y por supuesto nunca físico, un ataque que usa la moralidad y el chantaje emocional para hacer daño. Es la forma de atacar de los cobardes, quienes, ante su miedo a la confrontación directa, la hacen disfrazada de bondad, para protegerse. Para mí estos floristas son "passive agressive people"

 ¿Por qué les ponen flores? ¿Quieren decirles "tu malo y yo bueno"? ¿Acaso alguien piensa que eso no le molesta al policía?

 Por otro lado, si la persona hace eso, es porque piensa que la policía es mala por definición y es partidaria de un estado no policial ¿Me gustaría ver que piensa del uso policial de la fuerza ese buenrollista cuando le estén atracando por la calle? ¿A ver si en ese caso prefiere que el policía lleve flor en vez de porra?  

No quieres antidisturbios, entonces, ¿qué propones alma de cántaro? ¿qué cada uno haga lo que quiera? ¿qué mil personas se instalen en la plaza de Sol por tiempo ilimitado sin que nadie les diga nada? Oye, chico o chica de las flores, me voy a instalar yo en tu casa, así por la cara, a ver si cuando venga la policía a echarme por la fuerza les pones una flor. Ahí ya no lo ves tan claro ¿eh? Deja ya de ir de buena persona haciendo gilipolleces con las flores, anda. Es ofensivo y no aporta nada, no eres más bueno por hacerlo. La violencia no es solo física.

Y eso que los antidisturbios están aguantando lo inaguantable,  de eso doy yo fe.

lunes, 25 de julio de 2011

Movimento 15M. Cada huevo en su cesta

Mi opinión es que el 15M es una forma mediante la cual sus participantes canalizan, erróneamente, sus problemas personales, "poniendo huevos en cestas que no corresponden". Lo que yo veo son principalmente gente joven que se "queja por quejarse" (ojo, que expresarse y quejarse está muy bien y es muy necesario, pero con lo que corresponde), jóvenes que curiosamente no son los afectados directamente por la crisis, como lo son las familias donde ningún miembro trabaja o las personas desempleadas sin ninguna red de apoyo. También hay muchas personas que ya estaban en una situación económicamente complicada antes de la crisis, aunque en gran medida elegida por ellos como forma de vida (lo que me parece respetable), y que aprovechan la crisis para "armar ruido". Son los "perroflautas". ¿Por qué se quejan si han elegido esa forma de vida? La verdad es que, en términos comparativos, veo poco a los verdaderos afectados por al crisis y desde luego no veo que sean los que manejen el cotarro.

Todos tenemos problemas y, si en vez de ir trabajándolos, comprendiéndolos y sacándolos, nos los tragamos, como en mi opinión sucede a menudo, en estas circunstancias se hace muy tentador expresarnos bajo el lema "el sistema es una mierda" cuando surgen movimientos de este tipo. Eso es lo que, en mi opinión, están haciendo la mayoría de los manifestantes. Yo no digo que no haya injusticias ni que no haya que alzar la voz contra ellas, por supuesto que hay que hacerlo, pero hay que ser justos y expresarse ordenada y racionalmente con lo que de verdad nos duele, con lo que de verdad causa los problemas. Vamos, no echar balones fuera. Y, para ello, es necesario un esfuerzo de comprensión y madurez para analizar y reconocer cada situación personal y ubicarla en el contexto social, en vez de  sencillamente bajarse a la "mani" porque nuestros amigos van (y no vamos a ser menos, claro) y gritar  cosas como"no hay café pa tanta lechera (furgonetas de la policía antidisturbios)", comentarios que obviamente no son serios, como mucho graciosos, si uno está de humor.  En serio, lo vi hacer ayer y resultó muy desconcertante, da una imagen muy poco seria. También vi cantidad de insultos cargados de odio injustificado hacía la policía, la verdad es que pensé "no me extraña que después alguno se lleve un porrazo". Y, si alguno se lleva un porrazo injustamente, no puedo sino pensar que, al menos en parte, se debe a esos provocadores.

Personalmente estoy pasando un momento difícil por varios motivos (familiares, laborales, de amistades, de desengaños y ruptura de esquemas mentales,...) y para mí sería muy fácil salir a la calle, fundirme con la masa y empezar a echar balones fuera gritando "el sistema es una mierda". Pero eso me parecería  inapropiado, improductivo y sencillamente injusto. He bajado un par de veces a ver las manifestaciones, para ver que se cuece, y la verdad que se respira cierto bienestar de grupo, uno se siente de alguna manera acogido viendo a la gente unida luchando por una causa,  pero ese bienestar es por la propia unión de las personas, que en si misma es bonita, no es porque se estén enfocando las cosas correctamente. Estoy convencido que, en la Alemania nazi, en las grandes concentraciones del pueblo y el ejercito, con Hitler a la cabeza, uno se podía sentir también muy seguro y con una gran sensación de pertenencia. Creo que confundir el "éxtasis de grupo" con la racionalidad y hacer las cosas con sensatez es un error que puede ser peligroso. 

  Echar la culpa al sistema de una manera tan directa solo me parecería razonable en una dictadura. En el mundo en que vivimos, la democracia occidental de libre mercado socializada (aunque habría que hacer matizaciones por países), el sistema más libre y justo que, hasta donde yo se, se ha conocido, echar la culpa de todo al sistema me parece, cuanto menos, excesivo. Además, la palabra sistema es ambigua, decir el sistema a secas, sin precisar con concreciones, es un reduccionismo enorme, como si fuera algo muy sencillo  que simplemente estuviese mal. Creo que se trata de separar lo bueno y lo que tanto a costado conseguir, como las libertades (de expresión, de asociación,...) o la creación de riqueza, de lo malo, como los excesivos precios de la vivienda o la corrupción.  Se trata de hacer críticas concretas, ordenadas y fundamentadas.

Una de las cuestiones que a mí personalmente mas me preocupan de la sociedad actual, lo que me realmente parece un problema serio, es toda esta obsesión por tener éxito, seguridad o, al menos, por encajar, por ser "normal", obsesión que nace de la falta de comprensión de uno mismo y del mundo y que son potenciadas por la publicidad, la industria de la moda o las corporaciones (con sus modelos de éxito), entre otros, quienes nos dicen que tenemos que ser esto o lo otro para poder sentiros a gusto. Y nos tragamos toda esta mentira por nuestra incultura, por no pensar crítica y objetivamente por nosotros mismos, por identificarnos con la masa, que es lo más cómodo. Al no ser personas independientes, que se sustentan sobre sus propio juicio, sentimos miedo y buscamos la seguridad a cualquier precio, el "sálvese quien pueda". Así, pasamos a estar a expensas de lo que instituciones o grupos de moda digan.  Eso si me parece un problema serio, por esto yo sí saldría a la calle.

Como yo lo veo, el sistema no es el principal problema social, lo que no implica que no haya problemas o insuficiencias de tipo institucional o económico que haya que tratar. Con un sistema como el que tenemos, las cosas podrían ir mucho mejor si las personas fuesen intelectual y emocionalmente independientes y, si en vez de estar apegadas a las ideas de éxito, consumismo o conformismo, creasen su propio destino y resolviesen sus propios problemas basándose en la razón y el conocimiento. Sin embargo, no creo que sucediese lo mismo si se diese un cambio de sistema (no se me ocurre cual) sin un cambio en las personas. Esta transformación personal supone, no solo no dejarnos engañar,  por ejemplo comprando cosas que no necesitamos o aceptando hipotecas que no sabemos si podremos pagar, sino también un tener más conciencia a la hora de vender humo o engañar a la gente, por ejemplo. El cambio empieza por uno mismo.

El mundo está lleno de injusticias, sin sentidos e irracionalidades, desde las ambiciones desmedidas  hasta la la incultura o la identificación ideológica que se antepone al sentido común, con todo lo que eso provoca (guerras incluidas, por supuesto) pero son las personas las responsables, que empiezan siendo victimas para ser, más tarde, víctimas y verdugos de esta forma de vivir. Decir que es culpa del sistema es una generalidad muy ambigua, un echar balones fuera para no coger el toro por los cuernos y empezar a ver las cosas con más realismo y responsabilidad, pues cada uno de nosotros, con nuestras actitudes y visiones sobre el mundo, también afectamos también al estado de las cosas. Y mucho. Quejémonos, si, pero con aquello que causa realmente los problemas y, de paso, mirando también nuestro propio ombligo, que nunca está de más.

Creo que sería muy sano que cada manifestante se preguntase honestamente "¿Por qué estoy aquí?", "¿Ha sido una decisión propia meditada o un "dejarse llevar" por lo que otros dicen?","¿Realmente es por el sistema o estoy aprovechando esto para sacar todos mis asuntos personales?" Se que hay gente que realmente tiene por lo que quejarse pero, por lo que yo he visto, no está  muy representada por ese movimiento. En realidad pienso que les perjudican, por la falta de seriedad.

Hay mucho por lo que moverse y hay mucho que expresar pero, por favor, cada huevo en su cesta.