martes, 20 de septiembre de 2011

El coche; terapia y huida del barrio

Me acaba de llegar una multa de tráfico de 200 euros por saltarme un semáforo en rojo, bueno por saltármelo justo cuando se ponía en rojo. Ese golpe a mis limitados recursos económicos actuales me ha hecho plantearme una cuestión que ya venía pensando: ¿mando el coche a tomar por culo? El coche fue un regalo de mi padre, si no yo no hubiese podido comprarme uno ni de broma, es algo que sencillamente no se ajusta a mi situación económica.

 En realidad,  no me importaría moverme en trasporte público, de hecho me gusta ir leyendo, escribiendo o simplemente observando tranquilamente el panorama entre mis conciudadanos. Me gusta sentirme dentro del pueblo, y eso, en el coche, es difícil de sentir. Por otro lado, también es verdad que me encanta conducir, de hecho, coger el coche y dar vueltas sin rumbo se ha convertido en una terapia estupenda para mí. En el coche entras en un mundo particular, es un pequeño refugio. Puedes gritar y llorar tranquilamente, con el movimiento no das tiempo a la gente para juzgarte. ¿Acaso no es necesario gritar y después, ya descansado, llorar? Puedes también hablar solo sin que pase nada, además, desde que se inventaron el manos libres, ya no se sabe si uno esta loco o hablando por teléfono. En serio, cuando tienes un mal día, te coges el coche y a dar vueltas. Si, es una terapia cara, tanto o más que ir al psicólogo pero, a diferencia de esta, funciona. Si, me gusta el coche, pero por lo visto me interesa más como una terapia que como una forma de transporte. 

Aún así, estaría dispuesto a renunciar al coche, además me ha dicho el salpicadero que ya estoy casi curado. Pero hay más problemas que me dificultan deshacerme del coche. Uno es el vivir en un barrio periférico de  Madrid,  lo que hace más incómodo moverse y bajar a la ciudad, que es por donde me gusta moverme. Para bajar a Madrid, a la ciudad, tengo que andar quince minutos y después coger un tren o autobús que tarda otros quince o veinte, y eso para llegar a un extremo de la ciudad, luego desde allí hay que moverse. Y después la vuelta. Eso, aunque rompe el encanto de salir de casa y estar ya en la ciudad, lo podría soportar, pero, y esto es otro problema, odio mi barrio y para ese itinerario tendría que pasar plenamente por él. Más que odiarlo estoy harto de él y no quiero ni verlo, a decir verdad, lo quise mucho, por eso quiero alejarme y conservar los buenos recuerdos. Hay cosas que sencillamente se agotan y es necesario pasar página, no hacerlo provoca una especie de corrupción.  Si, el hecho de usar el trasporte público me haría pasar por él, ver lo mismo una y otra vez, todas esos lugares donde en un principio fui feliz y después todo fue perdiendo su sentido, todo se fue agotando. Y, lo peor de todo, aumentaría enormemente las posibilidades de algún encontronazo indeseado. Si, hay gente que ya no quiero ver, no quiero que el barrio me absorba de nuevo, no quiero encuentros en los que, indefenso, me veo ante un "Hey, ¿que tal?... pues a ver si quedamos y tomamos algo", situaciones en las que si fuese plenamente sincero les diría "¡coño, dejarme ya en paz, no se quienes sois!". Como obviamente no se puede ser tan sincero (y en algunos casos sería quizás injusto) ni tampoco quiero sentirme estúpido por fingir, prefiero evitar ciertas situaciones. Ahora sencillamente no puedo, ahora necesito salir de ahí, huir de ese pasado que tanto tiempo me ha aprisionado. Con el coche me ahorro eso, pues vivo a las afueras del barrio y solo tengo que que montarme y  bajar a Madrid, el coche me permite vivir en el barrio pero sin estar en él. ¿¡Todo esto por un coche!?

¿La solución? A largo plazo parece inevitable encontrar un trabajo e irme del barrio pero a corto plazo...  ¡Trabajar, madre mía! Le tengo fobia al trabajo.

Lo que de verdad me gustaría es vivir en la ciudad y tener este medio de transporte :



2 comentarios:

  1. Es duro vivir en la periferia de una ciudad y tener que dar explicaciones a gente que conoces de toda la vida. Yo no tengo problema con el transporte: no tengo carnet de conducir. La verdad es que nunca lo he necesitado. He usado el transporte público para desplazarme.

    Es curioso que a medida que crecemos, aquello que nos parecía familiar y acogedor como el barrio donde te crías, se convierte con el paso del tiempo, en algo extraño o alienador.

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  2. Si si, para mi es algo traumatizante, algo que necesito dejar para poder a volver a verlo con cariño de nuevo, como al principio. Si es que eso es posible

    Joe, que bien, la periferia es una mierda, recuerdo que viví unos mesecillos en una ciudad pequeña de Inglaterra e iba en bici a todos lados. ¡Que lujo!

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